De rodillas y con lágrimas en los ojos

De rodillas y con lágrimas en los ojos. Ésta es la reacción de la población birmana ante el paso de los valientes monjes budistas que encabezan las manifestaciones en todo el país pidiendo libertad para su pueblo, frente a una de las más sanguinarias dictaduras socialistas del planeta. Y éstos son los mismos sentimientos de admiración, respeto y reconocimiento que se dan dentro de mí con más fuerza cada hora que pasa.

Mis peores temores se han hecho realidad, lo sé, pero mi esperanza crece. Increíblemente el mundo ha vivido durante 20 años ajeno, de espaldas, a la sufriente realidad birmana. Hace un mes empezaban las manifestaciones, pero casi nadie lo supo porque casi nadie lo contó. No entiendo por qué ahora la prensa internacional abre sus portadas y telediarios con estas noticias, pero no me importa, bienvenidas sean. ¡Al fin! ¡Ya era hora!

¿Quién va a venir a ayudarnos? ¿Saben en su país lo que está pasando? ¿Por qué nadie nos ayuda?

Éste es el grito de un joven monje budista mientras se levanta del suelo con las gafas rotas por un disparo del ejército socialista, entre gases lacrimógenos y desorden. Y ésa es la misma pregunta que me hago yo, ante la pasividad más absoluta de la comunidad internacional, cuando no ante el boicot de los embajadores de China y Rusia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Desde este momento, y como muestra de respeto, admiración y compromiso en la distancia, coloco la bandera budista* que encabeza esta entrada en el menú lateral del blog. Mientras la lucha por la justicia y la dignidad del pueblo birmano siga adelante, aquí estará. No pasa de ser un gesto de apoyo, lo sé, pero en la distancia es un granito de arena que trata de concienciar y concienciarme.

La actitud de los monjes budistas birmanos me está haciendo reflexionar mucho en estos últimos días. Su compromiso con sus semejantes, con el pueblo que sufre, con la libertad del ser humano. Cómo la compasión que tratan de hacer vida en su interior ha de venir acompañada de la compasión con aquellos que nos rodean. Cómo la búsqueda incesante de lo sagrado implica, ineludiblemente, la búsqueda, apoyo y defensa del hermano. Y mediante métodos pacíficos, sin armas, sin violencia de ningún tipo. Ofreciendo su vida por la libertad de sus semejantes. ¿Quiénes defienden, todavía, que la religión es el opio del pueblo? ¿Qué ignorantes desconocedores de la historia universal son capaces de seguir manteniendo esta actitud bastarda?

Quiero compartir con vosotros parte del correo electrónico que me mandaba en el día de ayer un buen amigo, reflexionando sobre todo esto:

Es curioso que, por encima de todo, uno se siente orgulloso de que en algún recóndito lugar del planeta, la experiencia religiosa todavía siga siendo el motor de liberación para los prójimos en vez de fuente de conflicto. Porque más allá de nuestros credos personales se encuentra el esfuerzo y objetivo común por la emancipación propia y la del vecino. Y por eso hoy me reconozco budista aunque el frío me impida pelarme al cero.

El católico que escribe esta entrada hoy también se siente y se reconoce budista, aunque tampoco se rape al cero.

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(*) La bandera budista está compuesta por cinco colores que simbolizan el aura del Siddhartha Gautama cuando desembocara en la iluminación. Esos cincos colores y sus representaciones son:

• Azul: paz y compasión universal.
• Amarillo: el camino del medio y el vacío.
• Rojo: las bendiciones de la práctica, la sabiduría, y las virtudes.
• Blanco: la pureza del Dharma, que lleva a la libertad más allá del tiempo y del espacio.
• Naranja: las enseñanzas del Buddha.

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Noticia de Última Hora: Tropas del ejército birmano se han movilizado y acuden hacia Rangún, la capital. No se conocen muy bien sus intenciones, pero fuentes locales anuncian que acuden a defender a los manifestantes.

Me uno a las oraciones de los birmanos que se han echado a la calle con su resistencia pacífica pero inagotable. Ojalá se resuelva rápido y sin derramamiento de sangre. Ojalá se detenga definitivamente el sufrimiento de unos contra otros