¡Felicidades, maestro!

Que 87 añazos no es nada. Recuerdo con nostalgia las veces que nos hemos cruzado, siendo yo un niño, por esa ciudad común que nos une, por esas calles del corazón de la vieja Castilla lamidas por el Pisuerga. Era yo un crío, y nunca me atreví a acercarme. Admiración y cercanía en la lejanía.

Recuerdo cuando mi abuelo puso en mis manos «El camino» y me dijo: léelo. Tenía yo 10 primaveras por aquel entonces. Me fascinó patear los caminos de tierra junto a Daniel el Mochuelo. Después vinieron «Las ratas«, «El príncipe destronado«, «La sombra del ciprés es alargada«,… Todos prestados de la biblioteca de mi abuelo, infatigable lector delibeano. Devoró todo lo que escribiste, maestro, y nunca se empachó. Le recuerdo con su chaleco y su corbata, con su bigotín mosca y sus gafas de cerca, sentado en la silla de la sala de estar junto a la ventana con «La hoja roja» entre sus manos. En ese momento es cuando caí en la cuenta de lo que supone hacerse anciano, caminar hacia lo inevitable, la lucha interior que se desata dentro del hombre cuando los años restan más que suman… Todo un descubrimiento para un chaval que empieza a dar sus primeros pasos en solitario.

Pasados unos años descubrí al inefable don Miguel de Unamuno, y en sus páginas empecé a entenderte mucho mejor. Él puso palabras a mis intuiciones. La intrahistoria de los hombres y los pueblos es lo realmente importante. Eso es lo que tú haces en tus novelas, contar pequeñas historias. Las corrientes internas que acontecen bajo a aparente calma de la superficie del río es realmente la vida. Cómo lo particular, la historia perdida de un ser insignificante en un pequeño pueblo de la Castilla profunda y rural es la historia de toda la humanidad. Cómo las pasiones, los gozos, las lágrimas, las luchas, los anhelos, los deseos, los conflictos, las soluciones… son las de toda la humanidad. De lo particular a lo común, de lo local a lo universal. Al calor de tus letras aprendí a amar la tierra que nos une y que nos dió a luz, conocerla, sentirla como propia, apasionarme en sus colores y olores, en su dureza y suavidad…

Tú mismo nos diste hace unos días la mejor definición de quién eres:

sin duda como un narrador rural apasionado por la naturaleza, pero mis temas no se quedan en el manido melodrama de ricos y pobres, el dinero no es el problema, sino el cielo y la tierra. Eso es Castilla y su drama.

Has recibido los mayores reconocimientos literarios de nuestro país. A los que te admiramos sólo nos queda, todavía, clavada la espinita del Nóbel de Literatura, aunque visto cómo se están cotizando actualmente estos galardones igual es un mérito mayor no recibirlo…

Lo dicho, maestro, felicidades, muchas. Sigue escribiendo, no te canses en el empeño.

13 Respuestas to “¡Felicidades, maestro!”


  1. 1 Lady Vorzheva octubre 17, 2007 a las 2:20 pm

    Muy bonito, Valea. Me ha gustado mucho. Esa niñez cuando los niños realmente vivíamos como niños y un libro era lo mejor que te podían regalar -porque la consola y el ordenador no existían todavía-… :mrgreen:

    visto cómo se están cotizando actualmente estos galardones igual es un mérito mayor no recibirlo…

    Sí, yo también creo que es mejor no recibirlo…

  2. 3 El Cerrajero octubre 17, 2007 a las 4:20 pm

    Hace unos años era obligatoria la lectura de Delibes en los colegios, ahora me imagino que ni rapeado.

  3. 4 Mary White octubre 17, 2007 a las 8:44 pm

    Robertico, mi abuelo también me enseñó a leer. Me dio a Pérez Galdós… sí… los episodios… tenía la idea de que estaban retratados todos los españoles (pasado, presente y futuro) y que si lo leía entero, aprendería a conocerles y a vivir entre ellos. No, no era meteco… era de Albacete. Pero muy particular.

  4. 5 Hilarion octubre 18, 2007 a las 5:56 pm

    Me abrumáis. Empezásteis a leer por lo más alto. Yo, humildemente, empecé por las cartillas, luego los tebeos (hoy comics) luego Verne, Salgari … Tan humildemente empecé, que a día de hoy no estoy seguro de si sé leer y escribir o no.

    Me uno a la felicitación al maestro delibes. Disfruté con Los Santos Inocentes y El Camino, a pesar de las muchas comas de este último.

    P.D. Si viene Lady por aquí, que eche gasolina al ordenador. No hay manera de entrar en su blog.

  5. 6 Lady Vorzheva octubre 18, 2007 a las 10:46 pm

    Hilarion: tú y todo el mundo (creo yo) empezó con las cartillas 😆

    Si viene Lady por aquí, que eche gasolina al ordenador. No hay manera de entrar en su blog.

    Ahora sí se puede. He pasado un día peor que malo… 😦

  6. 7 Hilarion octubre 19, 2007 a las 5:51 pm

    ¿Tú empezaste con una cartilla? Seguro que no. Debes de ser tan joven que es imposible. Lo tuyo se llamaría Unidad Didáctica de Lenguaje o algo así. Lo de la cartilla es algo que se pierde en la noche de los tiempos… la «n» con la «o» «no»; la «c» con la «h» y la «e» «che»: «no-che.»

    :mrgreen:

  7. 8 Lady Vorzheva octubre 19, 2007 a las 7:29 pm

    ¿Tú empezaste con una cartilla? Seguro que no. Debes de ser tan joven que es imposible. Lo tuyo se llamaría Unidad Didáctica de Lenguaje o algo así.

    Aprendí en casa a leer con las cartillas, libros o lo que pillara. Siempre me ha gustado: me daba igual dónde estuviera puesto, yo me lo tragaba todo 😆 . Y exactamente como lo describes empecé yo a leer.
    ¿Joven? ¿comparada con quién? creo que por lo que leído debo ser más o menos de la edad del dueño de este blog… 😉

  8. 9 Hilarion octubre 20, 2007 a las 7:44 am

    ¿Joven? ¿comparada con quién? creo que por lo que leído debo ser más o menos de la edad del dueño de este blog…

    ¿Y quien dice que el dueño sea madurito? Por cierto ¿Se habrá quedado dormido?

  9. 10 Schwan octubre 20, 2007 a las 5:24 pm

    No discutáis por tal cosa, que seguro os gano :mrgreen:

    Mis primeras historias las leí de mano de mi padre que era un gran lingüista, y fueron «La Guerra de las galias» de Julio César y «El Quijote», en una edición infantil que a él le gustaba mucho.

    A Delibes le empecé a leer relativamente mayor, creo recordar que tenía unos 15 años. Y la primera obra que le leí fue «La sombra del ciprés es alargada», cuyo protagonista, Pedro, me resultó de lo más desalentador y pesimista. Debido a lo oscuro y desolador de la novela, tardé un poco en reencontrarme con el autor. Y lo hice mucho más tarde con «Cinco horas con Mario»; y, desde entonces, devoré toda su obra.

    Y, realmente, le creo merecedor del Nóbel, pero claro, realmente, no sé, si, como decís es unm érito o un demérito su obtención.

  10. 11 eos octubre 21, 2007 a las 1:11 pm

    Tenia 14 años y gripe, empezé a leer la sombra del cipres es alargada que andaba por alli de mi hermana que tenía que hacer un trabajo y no pude dejarlo hasta que lo acabe. La verdad es que me engancho y me gusto (y eso que yo soy mas de Jukio Verne y de ciencia Ficción)

  11. 12 Valea octubre 26, 2007 a las 1:59 pm

    Ay, queridos. He estado unos días fuera y sin posibilidad de acceso, y no he podido responderos.

    Pero me sorprende las cosas que os «hicieron» leer de pequeñitos. Así me habéis salido de respondones :mrgreen:

    El maestro Delibes decía en una de sus últimas entrevistas que ya no le quedaban fuerzas para seguir escribiendo, cosa que me da una pena enorme. Menos mal que vosotros no perdéis las ganas ni las fuerzas, y aquí seguís, al pie del cañón, aunque un servidor tenga que ausentarse.

    Me encanta comprobar que tenéis el castillo bien defendido 😀


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