Be payer, my friend!

Soy un hombre feliz, realizado, un ciudadano de verdad. Anoche a las 2 a.m. oprimía (qué verbo tan sugerente para tal momento…) el botón de «aceptar». Mi declaración del IRPF correspondiente a 2006 al fin había sido presentada. Ni elecciones, ni democracia, ni berzas en vinagre… ¡¡¡pagar religiosamente tus impuestos es lo que realmente te da carta de ciudadanía!!!

Poco tuve que hacer. La AEAT conocía a la perfección absolutamente todo sobre mí: qué, cuánto, cómo, dónde y por qué. Y un año más me salía positiva (para ellos, claro). Como me habían retenido poco durante todo el año (por unas cosas y por otras, de mi nómina casi un 25% todos y cada uno de los meses), pues claro, tenía que pagar. ¡¡¡Y qué gozo el de contribuir nuevamente y de manera consciente a ese gran uso socializado del dinero que tanto me cuesta ganar!!!

Y como no tengo pasta para comprarme un piso, pues a pagar por ello. Y como soy soltero porque no puedo mantener a una familia, pues a pagar por ello. Y como no cumplo las condiciones leoninas que marcan para desgravarme por el alquiler de mi piso, pues a pagar por ello (aunque mi casero fijo que sí se puede desgravar). Y como no tengo fondos de pensiones (a pesar de no fiarme de los públicos), a pagar también. Y suma y sigue…

Pago una sanidad que en todos mis años de vida nunca he usado. Pago la educación obligatoria, aunque no tengo hijos. Cotizo a la Seguridad Social, aun teniendo la certeza de que nunca cobraré una pensión… y sigue sumando.

Pero.. ¿y la satisfacción que produce que con tus impuestos se paguen todas esas cosas tan beneficiosas para la sociedad?: alianzar civilizaciones, partidos políticos de hombres de paz, sindicatos que defienden tus derechos, campañas publicitarias de los grupos parlamentarios, el premio de Al Gore, subvenciones al cine y al arte, la encomiable labor de la SGAE, cenas y cuchipandas varias de nuestros cargos ministeriales, duplicidad y triplicidad del funcionariado patrio, asfaltar las calles y cobrarme por aparcar en ellas, la psicina de Sonsoles, las vacaciones de su marido y prole, la Casa Real y el Bribón (el barco, me refiero), las labores de ONG de nuestras Fuerzas Armadas de la Caridad, los planes para parar ese apocalipsis climático que se nos viene encima si no apago la luz de mi habitación o uso el coche para ir a trabajar, el sueldo de los congresistas y senadores que no conocen sus sillones en las cámaras alta y baja (bueno, ni siquiera saben dónde están los edificios), empresas estatales en quiebra que no pueden ser cerradas porque no es bueno para los votos, asignaturas que van en contra de mi conciencia, asesinatos de no nacidos y cambios de sexo…

¡¡¡Qué satisfactorio es ser ciudadanos!!! ¡¡¡Cómo me realiza!!! Aunque esto sólo dura un año, porque en 365 días toca reválida.